viernes, 5 de marzo de 2010

 
El problema es la obsesión que tienen con la felicidad. ¿Por qué no se dejan de corchar con la felicidad? Todos, absolutamente todos están obsesionados buscando la felicidad ¿Y qué es lo único que encuentran? Amargura. ¿Por qué? Porque esa felicidad que tan obsesionados están buscando es lo que los está torturando en verdad. Viven amargados buscando ese algo que les falta, ese algo que no tienen, ese algo que de tenerlo los haría más felices.
Viven en las mismísimas puertas del cielo mis queridos borregos, siempre ahí a punto de entrar, a punto de llegar, a punto de conseguir esos cinco que faltan para el peso. Siempre ahí a punto de… golpeando las puertas del cielo, tratando de recuperar ese paraíso perdido, queriendo siempre llegar a la felicidad. Vivimos en las puertas del paraíso y créanme, borregos míos, que si cruzan esa puerta todo se termina. Porque esa felicidad supuesta, ese cielo, ese paraíso, es que nada falte ¿pero qué pasa? Siempre falta algo. Y está muy bien que sea así, porque eso que nos falta es lo que nos mantiene vivos. La felicidad no es tenerlo todo, la felicidad son esos momentos lindos, fugaces, esos chubasquitos de éxtasis que ocurren muy de vez en cuando, mientras uno sigue buscando ese algo que falta.

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